Hoy volvemos con otro #PostInvitados, uno muy personal de la mano de Begoña.

Ella es española viviendo en Perú y nos cuenta hoy una pequeña anécdota para mostrarnos lo complicado de vivir fuera de tu país, especialmente con hijos pequeños que se crían con un corazón dividido.

Y así es como ha titulado este texto.

.

Un texto que, creo, muestra lo difícil de la crianza. Una vez «superada» la etapa de brazos y teta, cuando empiezan a dormir toda la noche de tirón y a ser capaces de comunicarnos sus necesidades de palabra, empieza el «trabajo duro».

.

Corazón dividido

.

Acompañar a mi garbancito en su día a día, una de las labores más agotadoras y enriquecedoras de mi vida.

Las que me conocéis sabéis que soy española, pero estoy viviendo en Perú desde hace 4 años.

No sabía por qué, pero cuando mi marido me dio la noticia de un nuevo proyecto en Perú, me agradó la idea al instante. Nuestro hijo tenía 1 año y 6 meses, desde sus 4 meses vivimos alejados de nuestros familiares, por trabajo, así que para mi peque no supondría un gran cambio trasladarse fuera de España con papá y mamá.

Tenemos la fortuna de poder viajar dos veces al año a “casa” y lo pongo entre comillas, pues siento que ya no tenemos casa. Mi hijo, ya tiene 5 años y todos sus recuerdos y vivencias son en Perú, no ha nacido acá, pero es peruano hasta la médula.

Si bien es cierto que, vivir fuera de tu país, en una gran oportunidad de crecimiento interior, también tiene un lado oscuro, y os voy a contar una breve historia para que me entendáis.

.

Cuando la familia está lejos

.

Nuestro último viaje fue en agosto de 2016, la verdad, mi hijo disfrutó de sus yayos y abuela. Puedo decir sin equivocarme que su nieto les da la vida, que cuentan los minutos para que aterricemos e intentamos no pensar en que la alegría tiene final.

La noche antes de viajar, los tres en la cama hablábamos de todo y de nada, e intentando dormir para poder descansar, mi amorcito comenzó a llorar. Entre hipos y lágrimas decía que no quería irse, no quería dejar a su yayita. “La extrañaré demasiado” decía llorando abrazado a mi cuello.

Yo no sabía qué decirle, le abrazaba fuerte mientras mis lágrimas corrían por mis mejillas, igual que ahora mismo, al recordarlo. Sólo pude decirle “cariño, algún día, pronto volveremos a casa y estaremos todos juntos”, y eso fue peor todavía. “Mamá, ¿y mis amigos? Yo no quiero dejar a mis amigos”.

Y así abrazados los tres y llorando, conseguimos dormir.

Tal vez parezca fácil la decisión de abandonar amigos para volver con la familia, ¿pero qué pasa cuando esos amigos son parte de tu día a día?, cuando son amigos de verdad, ese cariño de la niñez, esas amistades que duran toda la vida y se convierten en tu familia.

Estoy segura, cuando volvamos, lloraremos por lo que dejamos atrás, por esas personas que forman parte de nuestro corazón dividido.

.

Seres queridos en ambos lugares

.

Begoña Songel, Diplomada en Arquitectura Técnica y Técnico Superior en Prevención de Riesgos Laborales, era Una Mujer que se creyó el mito de que el bebé sólo come y duerme; se creyó que un cachete a tiempo es beneficioso; dijo la famosa frase «eso no me va a pasar a mí»; que se creyó que la maternidad era coser y cantar.

Pero al tener al amor de su vida entre sus brazos, se dio cuenta de que eso no iba con ella, que sería diferente. Que la maternidad iba a ser sangre, sudor, lágrimas y lo mejor de este mundo.

Hoy en día, Begoña se está formando como Asesora de Porteo de Monitos y Risas y está siguiendo el curso de Porteo Adaptado de mi socia y amiga Mercedes Granda. Si quieres conocerla mejor, o contratar sus servicios de Asesoría de Porteo, la encuentras en Afrodita y la hora del té y en su Facebook.

.

Share

contacto

Elena López

Asesora,

consultora y

formadora de Porteo

contacto

Elena López

Asesora,

consultora y

formadora de Porteo