Cada vez más, vemos en los diferentes medios orientados a informar y guiar a los recientes padres (revistas, páginas webs, etc.) recomendaciones acerca de los vínculos, y cómo mejorarlos, sobre todo, a través de juegos que, además de estimular al bebé promueven una correcta vinculación. Pero, ¿qué es todo esto de los Vínculos?¿y el apego?¿tan importante es?

La Vinculación es el proceso mediante el cual el bebé establece una relación con su cuidador/es. En primer lugar, el bebé se vinculará a su cuidador principal, normalmente la madre, con la cual ya comenzó a vincularse durante el embarazo. Esta primera relación es muy importante para el bebé, ya que será el modelo al que el individuo recurrirá a lo largo de su vida siempre que establezca una nueva relación. Posteriormente, el bebé se irá vinculando con el resto de personas de su entorno más cercano, y conforme vaya creciendo, su círculo se irá ampliando.
La Vinculación es, básicamente, un intercambio de
Amor, o debería serlo, y como tal lo vive e interpreta el bebé. Es, biológicamente, el medio que tiene el bebé para sobrevivir en primer lugar (este “enamoramiento” es lo que asegura que la madre o cuidador principal esté dispuesto a atender las necesidades de un ser totalmente dependiente) y para conocerse a sí mismo y el mundo que le rodea en segundo lugar (el bebé-niño se hace una imagen de sí mismo a través de lo que sus padres ven-piensan-creen de él). Por todo esto su gran importancia.

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Es un proceso complejo que se extiende a lo largo del tiempo (al menos en los humanos). El proceso comienza durante el embarazo, la madre empieza a soñar cómo será el bebé, imagina su cara, su sonrisa, cómo será jugar con él, etc. Por su parte, el bebé empieza a conocer a su madre en el mismo útero, aprende cuál es su olor, recibe sabores de lo que come la madre a través del líquido amniótico, escucha su voz, el ritmo de su respiración, el latir de su corazón… No obstante, ya en esta primera etapa pueden existir elementos que interrumpan, dificulten e incluso imposibiliten esta vinculación: que el embarazo sea no deseado, la muerte de un ser querido, necesidades económicas, etc. En general, todo aquello que impida que la madre viva el embarazo con tranquilidad, alegría e ilusión.

Inmediatamente tras el parto, hay un período muy importante: el bebé permanece durante bastante tiempo en estado de alerta tranquila, y su mirada se dirige insistentemente hacia los ojos de la madre, que no puede apartar la mirada del bebé. En este período se produce el primer amamantamiento, con la consiguiente descarga de hormonas del amor, principalmente oxitocina pero también prolactina.

Un ambiente tranquilo y relajado, en el que madre y bebé puedan dedicarse a mirarse sin interrupciones, es básico en este período. Al menos, desde el parto hasta que el bebé cae en su primer sueño. En esta fase, también aparecen elementos que pueden estorbar este primer reconocimiento: una cesárea con separación posterior, las revisiones del bebé alejado de la madre, un parto largo y/o de riesgo o cosas tan “normales” como un parto intervenido donde la presencia de hormonas sintéticas y de analgésicos impida el correcto flujo hormonal postparto.

No obstante, la Vinculación comienza su fase más larga y puede que más importante después del parto, en el día a día. A través de la atención a sus necesidades básicas (hambre, higiene) el bebé percibe que hay alguien preocupado por su bienestar, y que va a atender sus demandas. A través del tacto amoroso, el bebé va tomando noción del mundo que le rodea y de su propio cuerpo. La cercanía de su madre (o cuidador) le tranquiliza, gracias a que reconoce los olores, ritmos y se siente querido. La mirada y la sonrisa son grandes aliados en este proceso, el bebé se siente “secuestrado” por la mirada de su madre y viceversa. Es en estas miradas cuando el bebé percibe todo el Amor que su madre tiene por él, lo que le hace sentirse un ser especial, grande, querido y amado por sí mismo, así irá construyendo una sana autoestima. Y, en el otro sentido, la mamá se siente fascinada por ese pequeño ser que la mira con tanta devoción y no puede evitar sentirse cada vez más unida al bebé. La sonrisa, como decíamos, refuerza la mirada. Desde el mismo momento en que nacen los bebés se sienten atraídos por las sonrisas y asustados por las caras de enfado, y se esfuerzan por devolver la sonrisa como comunicación de bienestar y cariño.

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Atender las necesidades de cariño así como las necesidades básicas es muy importante en este proceso. El bebé que llora solo, “para que se acostumbre”, sufre una agresión a varios niveles. Por un lado, su mundo se rompe, debería confiar en que sus cuidadores van a atenderle sea cual sea su necesidad, para así desarrollar una seguridad en sí mismo y en lo que le rodea, lo que le perimitirá ser un adulto seguro. Por otro lado, el bebé que llora pone en funcionamiento una serie de procesos físicos para asegurar su supervivencia, pero estos procesos dejan rastro en su cuerpo en formación, especialmente en el cerebro, que queda marcado por estas experiencias de abandono, el sistema de recompensa del cerebro se ve directamente afectado. Además, este gasto de energía es enorme para el bebé, así que llega un momento en que entra en un “ahorro energético”. Entre el período en que está llorando (en el que el bebé no puede hacer otra cosa) y el período en que entra en letargo, el bebé “pierde” mucho tiempo que podría dedicar a aprender y desarrollarse. Esto puede ser dramático en un período en el que el cerebro está en formación. Todo esto, sin perder de vista que el cerebro pone en marcha los mismos mecanismos cuándo la necesidad es física que cuando es emotiva, es decir, que no diferencia entre el dolor físico (hambre, sueño, cansancio) y el emocional (necesidad de contacto, de juego). Un adulto puede racionalizar en estas situaciones, pero el bebé sufre igual cuando tiene hambre que cuando quiere que le tomen en brazos.
En general, todo el tiempo que pasamos con y para el bebé influye positivamente en la Vinculación: le miramos, le abrazamos, jugamos con él… Le vamos conociendo mejor, y por tanto podemos atender con más premura sus necesidades, lo que le da más confianza. Además, en cercanía, el proceso
se ve reforzado por la química de nuestros cuerpos, que están preparados para reconocer y reaccionar a las sustancias presentes en el olor corporal.


Existen muchas
variables que pueden afectar a este proceso, interfiriendo en mayor o menor medida, e incluso interrumpiéndolo. En caso de adopciones el bebé no ha tenido oportunidad de establecer un vínculo seguro con un cuidador. La depresión postparto hace que la madre no se sienta capaz de cuidar a su hijo por lo que se aleja del bebé, normalmente de un modo emocional, pero en casos graves la madre puede llegar a desatender al bebé e incluso ser una amenaza para su integridad física. Un trauma en el parto puede también evitar el correcto desarrollo de este proceso, al igual que el nacimiento de un bebé con una deficiencia. Situaciones en que la vida se ve amenazada, como una guerra o hambruna, también afectan indiscutiblemente. En general, cualquier amenaza, que puede ser exterior (malas condiciones económicas por poner un ejemplo), familiar (casos de maltratos, entre otros), interior (una enfermedad o desajuste del cuerpo, mente o espíritul) o de cualquier otra índole.

La buena noticia es que nunca es tarde. Estos procesos de Vinculación interrumpidos pueden ser retomados más tarde, cuanto antes mejor, desde luego, pero es posible comenzar una correcta Vinculación incluso de adultos, si bien llevará más trabajo y requerirá esfuerzo por ambas partes, mientras que con un bebé el proceso es biológico e intuitivo.


Así, pues,. ¿qué podemos hacer como padres? pues es bastante sencillo: atender la sed de piel, de contacto, de nuestros hijos. Cuando abrazamos, masajeamos, porteamos, etc. a un bebé se ponen en marcha gran parte de los elementos de viculación, por no decir todos. La vista está muy presente, ya que le miramos atenta y amorosamente, y él a nosotros. El oído también está presente, aunque podemos estar mucho rato en silencio, también hablamos, canturreamos, hacemos ruidos… estamos estimulando la comunicación oral con el pequeño. El olor de nuestro bebé es perfectamente apreciable en la distancia corta, y a la inversa, el bebé también aprecia nuestro olor, con lo que la química puede hacer su parte. La atención a sus necesidades es uno de los pilares básicos de la vinculación: aprender a interpretar las señales del bebé, sutiles y obvias, y reaccionar en consecuencia. Además, es un aprendizaje que nos va a acompañar en el día a día, ese comunicarse con el bebé y respetar y atender sus necesidades, esto ocurre de un modo sencillo y automático cuando estamos con nuestro bebé en contacto. El tacto, uno de los sentidos más importantes en nuestra vida, está muy presente. El tacto afectivo, las caricias, la contención, el porteo, el masaje… le hace sentir al bebé que es querido, le relaja y tranquiliza, y toma conciencia de su propio cuerpo y del cuerpo de los demás.

Con todo esto, el bebé está mejor atendido y, por tanto, más tranquilo, no gasta energías en pedir lo que necesita, por lo que puede emplearla en vincularse con las personas que le rodean. Igualmente, el bebé mejor atendido implica unos padres más seguros de sí mismo, más tranquilios y descansados. Así que como padres, estamos más dispuestos al juego, los mimos y carantoñas, los abrazos y caricias que, como ya hemos dicho, benefician la Vinculación.

Además, un adulto cuidador siempre presente ayuda en el establecimiento de los bioritmos del bebé y de la rutina familiar. Viviendo como el adulto pasa el día, al bebé va estableciendo una secuencia de tiempo. Se armonizan los movimientos de la pareja bebé-cuidador y se fomenta la imitación mutua, que no sólo enseña al bebé a comunicarse, sino que es uno de los pilares de la comunicación humana: inconscientemente, imitamos los gestos y movimientos de la persona con la que estamos interactuando siempre que estemos “en armonía”.

Podemos decir pues, en conclusión, el simple hecho de estar la mayor parte del tiempo en contacto con el bebé es una herramienta de gran ayuda, y muy sencilla,  en el importante proceso de Vinculación.

Para saber más

En Internet:

Experimento del apego. Harry Harlow-John Bowlby

El Apego, un dossier muy completo

La Teoría del apego de John Bowlby

Establecimiento del Vínculo afectivo, con mucha información sobre bibliografía y recursos electrónicos

El blog de Punset, Punset trata muchos temas en su blog, entre ellos la importancia del afecto en la crianza para el correcto desarrollo del bebé-niño-adulto.

Bibliografía:

Why Love Matters, de Sue Gerhardt. Un libro acerca de la importancia del afecto en el desarrollo del cerebro, en todos sus aspectos. En español, el nombre es «El amor maternal»

Nuestros hijos y nosotros, de Meredith F. Small, nos ayuda a descubrir el impacto de nuestro estilo de Crianza


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contacto

Elena López

Asesora,

consultora y

formadora de Porteo

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